Según expertos la calidad en educación debería ser prioridad ante la creciente demanda, tanto de los estudiantes como de las familias, por mejorar la educación en Chile. Es por esto que me pregunto: ¿A qué se refieren los especialistas cuando hablan de mejoras en la calidad de la educación? ¿Estarán buscando mejorar la calidad de la educación o crear un ambiente poco flexible, con exigencias y objetivos inalcanzables para los estudiantes? ¿será una solución la educación sin fines de lucro cuando uno observa que falta invertir en infraestructura y materiales concretos para la sala de clases? ¿Tendrá la capacidad el estado de solventar todas las deficiencias que hoy están a la luz y otorgar una educación gratuita de calidad? El Simce ¿nos estará llevando por un camino de excelencia y de mejoras o sólo genera una brecha más entre calidad y competencias? Estas son preguntas que asaltan en la mente de la mayoría de los padres que quieren ver a sus hijos aprender y ser felices.
De acuerdo a lo expuesto,en el seminario organizado por la facultad de educación de la UDD, por María Teresa Lepeley (Economista chilena, fundadora del instituto "Global Institute for Quality Education", en EEUU) Chile se está ocupando más por el uso de pruebas tipo Simce, que miden el "mejoramiento en el sistema" en desmedro del verdadero camino de lo que es la calidad en educación. En muchos países estas pruebas están obsoletas ya que el "sistema impone a los colegios concentración excesiva en técnicas repetitivas y conocimientos específicos" donde, además, se premia a las instituciones con mejores resultados incentivando el mal uso de esta herramienta por parte de los colegios y donde se observa un incremento de horas para la práctica de ensayos de Simce. "Chile no debe seguir confundiendo desempeño con calidad"(María Teresa Lepeley). Esto "exigirá asumir la responsabilidad de transformar radicalmente los programas de formación de profesores en concordancia con las necesidades de los alumnos..."(María Teresa Lepeley).
Si uno investiga sobre educación en el mundo podemos descubrir que, por ejemplo, en Finlandia lo trascendental no es tener a un alumno horas sentado dentro de una sala de clases, sino la motivación que tenga por aprender. El alumno es el personaje principal en esta tarea, es un personaje activo, donde se le entregan herramientas que lo ayuden a reflexionar, a formular hipótesis, a crear su propio aprendizaje en favor de sus habilidades. El alumno es una persona y no un puntaje que le favorece o desfavorece a la institución educativa.
Otro tema importante a tratar es la fiscalización que el ministerio de educación debería realizar, también, a colegios particulares; donde existiendo los recursos económicos para mejorar infraestructura y adquirir material didáctico para sus aulas prefieren continuar con una educación estándar para todo el grupo curso y no llevar a cabo un trabajo de inclusión donde la evaluación diferenciada sea parte de los programas educacionales. Esto favorecería, en gran medida, a muchos niños que requiriendo reforzamiento terapeútico, fonoaudiológico, psicológico o/y psicopedagógico, se sentirían parte integral de una educación que los considera y no los aisla. Además, verían cómo su rendimiento se mediría por sus esfuerzos y no por sus notas. Los logros deben ir en concordancia con sus habilidades, enfocadas a los diferentes tipos de aprendizajes (visual, auditivo, kinestésico) de cada niño y no a la manera única de enseñar a todos por igual. Es el profesor quién debe buscar cómo incentivar y motivar a sus alumnos, con el debido respaldo de los valores entregados, por las familias a cada niño presente en la escuela.
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