Elizabeth Abudinén Adauy. Profesora de Educación Especial y Diferenciada (Psicopedagoga). Pontificia Universidad Católica de Chile.
Pienso que todos debemos hacer algo en pro de la educación de nuestros hijos. Es fundamental avanzar en calidad, pero no en cantidad. Concuerdo con el señor Mario WaissBluth, de Educación 2020, cuando dice que en Chile la intención es "enseñar más, pero peor" cuando en otros países el lema es "enseñar menos, pero mejor". No puede ser que la jornada escolar dure hasta las 16:00 o 17:00 horas y, luego, tengan que llegar a casa a continuar estudiando. Cuando se decidió alargar la jornada escolar uno de los objetivos fue que los alumnos y alumnas realizaran todas sus tareas y trabajos en el colegio con el fin de que, al llegar a sus hogares, pudieran tener tiempo libre para jugar y descansar entre otras cosas, actividades fundamentales para el desarrollo pleno del ser humano [1]. El juego [2] es
la actividad más cargada de sentido para el niño donde se mezclan su imaginación, sus deseos, sentimientos, vivencias; que aparte de proporcionarle placer, contribuye a su desarrollo emocional, social, cognitivo y del
lenguaje. Por ende, el juego constituye un factor indispensable para el desarrollo intelectual, motor y afectivo del niño y de la niña. El juego le permite explorar y entender el mundo que lo rodea a través de todos sus sentidos y les proporciona los medios para expresar sus ideas y pensamientos. Pero pienso que este objetivo no se ha cumplido, muy por el contrario cada día veo como los colegio y escuelas, en especial los particulares pagados, aumentan la carga académica, tanto para estudiantes como para docentes, sin considerar la importancia que tiene el juego en el desarrollo de habilidades como el pensamiento creativo, resolución de problemas, tolerancia a la frustración, entre otras.